Ela & Paleta

Delicioso helado tropical

Hay historias que saben tan dulces como el helado que las acompaña, hay un país que se hace planeta y se subvierte en la quasi-esfera del helado, se supone inmenso e irresistible frente al vapor del intenso sol tropical.

Si bien hemos desandado los pasos del helado por la historia universal, se asume inevitable y necesaria una parada para observar el impacto del helado en nuestro caribeño chispazo de tierra y es que ¿quién podría imaginar que en la tierra de los trópicos el helado sería más que un postre? ¿quién pensaría que sería la unión de culturas y la expresión creativa de sabores locales únicos?

paletas tropicales

Y nuevamente volvemos a la narrativa de algo más que un postre o producto comercial, vamos más allá del consumo y nos hallamos en las esencias más profundas de nuestra cultura gastronómica. Volvemos y re-imaginamos las raíces culturales, los ingredientes exóticos y el viaje de un producto que se encontró tras la travesía de cara a una patria dulce entre las palmeras, la música y la imbatible tradición de intentar ser felices.

El helado llegó a América Latina con la conquista y de las técnicas coloniales mezcladas con tradiciones locales surgieron sorbetes tropicales.

En Cuba, la receta europea se encontró con el azúcar y las frutas del Caribe, dando origen a helados únicos que reflejan la esencia de la isla. Las historias hablan de carretillas ambulantes que llevaban alegrías frías a los barrios. Este postre se consolidó en la fusión orgánica entre influencias del viejo continente, los avances estadounidenses en la industria del helado con sabores y procesos del patio.

Particularmente durante los siglos XIX y XX el consumo de esta delicia se estuvo expandiendo y cobrando fama en el incipiente mercado cubano. Si bien, en un inicio pudiera considerarse un lujo reservado para las élites debido a los costos asociados a su producción y conservación en climas cálidos, su popularidad creció conforme avanzaron los métodos de refrigeración y se fue democratizando su acceso. A mediados del siglo XX, las heladerías comenzaron a proliferar en Cuba, convirtiéndose en espacios sociales donde familias, amigos y parejas se reunían para disfrutar de este dulce y refrescante postre.

Una de las heladerías más emblemáticas es Coppelia, la otrora llamada catedral del helado; inaugurada el 4 de junio de 1966 en La Habana, esta rápidamente se convirtió en un símbolo cultural y nacional. Con su arquitectura única y la variedad de sabores ofrecidos, Coppelia no solo representó un espacio gastronómico, sino también un lugar de encuentro cargado de historias y recuerdos. Esta heladería también ganó fama internacional al aparecer en la película cubana Fresa y Chocolate, instalándose en los imaginarios populares dentro y fuera de la isla.

El impacto del helado en la cultura cubana trasciende el ámbito culinario. Este postre se entrelaza con la identidad caribeña al reflejar la creatividad de los cubanos al incorporar sabores tropicales como el mango, la guayaba, la frutabomba, el coco y hasta el maní en sus recetas. Además, con las reformas de la economía y el mercado nacional acontecidas en las últimas décadas, aparejadas con una apertura comunicacional a las tendencias internacionales hemos presenciado un boom de negocios de helados con múltiples enfoques y esquemas empresariales muy diversos.

En este contexto cargado de historia, tradición, retos, y en medio de un clima de crecimiento y competencia, nació este preciado proyecto heladero que ha devenido familia y referente en el sector del sabroso postre. Ela & Paleta, como marca, viene a la vida con un enfoque en lo experiencial y el valor de compartir momentos y recuerdos en la compañía dulce y cremosa de un heladito, usando esta delicia como hilo conductor de emociones y memorias. Y de tal modo se inserta en las páginas que recorren la historia del dulce frío en nuestra nación.

Así damos cierre a un viaje de dos capítulos por los orígenes de un producto exquisito que se ha convertido en parte de nuestra historia país, que ha refrescado múltiples y ansiosos paladares al amparo de un cálido sol y, que evoca momentos de alegría y comunidad en un país donde los pequeños placeres adquieren un significado especial.

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